Se apagaron de pronto las campanas,
enmudecieron hoscos los balcones
y se espantó la luz en brusco vuelo.
Tendí con la mirada
luz sobre los caminos.
Y canté a pulmón vivo:
en cada nota iba un trozo de mí mismo.
Salpicando colores
sacudí en mil gorjeos
mi propio corazón…
…Y las puertas
se abrieron en triunfo,
hicieron eco todas las campanas,
y vino el pájaro de la alborada
a picotear estrellas en mi mano,
a posarse cantando en mi índice.