Baila sola bajo el cielo estrellado,
su falda se agita como un torbellino,
el viento acaricia su pelo rizado,
sus pasos resuenan en todo el camino.
Zingarella, espíritu libre y vibrante,
su canto es un eco que nunca se apaga,
sus risas se pierden en la noche errante,
y en su pecho arde un fuego que nunca se apaga.
Lleva secretos como flores marchitas,
sus ojos reflejan historias pasadas,
pero el mundo se rinde cuando lo visitas,
y en su danza deja las penas calladas.
Bajo la luna, su sombra se desliza,
el cielo la mira con dulce ternura,
Zingarella, viajera que nunca aterriza,
libre del mundo y de toda atadura.