Yo soy el gran Yo soy, la luz que nunca muere,
la voz que en el desierto al alma siempre hiere.
Antes del tiempo eterno, mi nombre resonaba,
y en cada nueva vida, mi amor se derramaba.
Yo soy la llama ardiente, la roca inconmovible,
el alfa y el omega, el todo indefinible.
Soy viento en la tormenta, refugio en la ansiedad,
el río que sustenta la sed de la verdad.
Yo soy quien ve tus pasos, tus risas y tus llagas,
quien lleva en sus espaldas el peso de tus cargas.
Soy paz en tu tormenta, soy fuerza en tu dolor,
el bálsamo divino que cura el corazón.
Yo soy el gran Yo soy, la senda y el destino,
la mano que sostiene tu frágil peregrino.
Soy gracia inmerecida, soy juicio y compasión,
el Dios que todo puede, el Padre y Redención.
Escucha mi susurro, contempla mi poder,
mi amor nunca te deja, mi promesa es de ayer.
Yo soy quien siempre he sido, quien siempre te amará,
el gran Yo soy te dice: “En mí descansarás.”