En la anchura del cielo errante,
un eco susurra su canto incierto,
y en el abismo de un aire despierto
vaga el deseo de un puerto distante.
Silueta etérea, tenue y callada,
surca el misterio del horizonte,
tejiendo sueños donde el monte
y el agua abrazan la nada.
¿Quién la espera en la orilla perdida,
donde el tiempo pliega su aliento?
Quizá la sombra de un pensamiento
o la caricia de una herida.
Pero el vuelo sigue, incansable,
en la mirada del infinito,
buscando el hueco nunca escrito
en la calma inquebrantable.