No es mi voz la que escribe,
ni mi llaga la que sangra en el papel.
Es un eco de otras noches,
una sombra que imita la forma de mi ser.
La verdad no se entrega desnuda,
se viste de imagen y ritmo,
se oculta tras la bruma de un verso
como el agua que engaña en su espejo.
Si me lees, no busques mi herida,
ni el latido último que callo.
Aquí solo hay palabras fingiendo,
pero en ellas, tal vez,
una verdad que no es mía
y que, sin embargo,
te pertenece.