En la colina inmortal, donde nací,
Mi ventura ha sido tanta, un don sin par.
Entre sus laderas verdes, bajo el cielo azul,
He hallado un tesoro que no tiene igual.
El aire puro y fresco llena mis pulmones,
Mientras contemplo el paisaje, un festín para los ojos.
Los árboles imponentes, cual guardianes serenos,
Me protegen del mundo, mis pensamientos recojo.
Los pájaros cantan melodías celestiales,
Un coro armonioso que alegra mi alma.
Las flores silvestres pintan el suelo con colores,
Un tapiz de belleza que el tiempo no desmonta.
En esta colina mágica, donde el tiempo se detiene,
Encuentro paz y sosiego, mi espíritu se renueva.
Aquí, lejos del bullicio, en comunión con la naturaleza,
Mi alma se eleva, libre de toda atadura.
Oh, ventura inmortal, que me ha sido concedida,
De nacer en esta colina, un paraíso terrenal.
Por siempre la atesoraré, mi hogar y mi refugio,
Donde mi espíritu encuentra su vuelo sin igual.