En la sombra de la duda y el silencio,
donde el viento susurra su canción,
habita un alma, un fuego incierto,
una chispa en busca de su razón.
Es un farol que tiembla en la distancia,
una estrella escondida en el ayer,
un suspiro que anhela la constancia
de un día que no teme renacer.
Se estremece en la noche solitaria,
bajo cielos de sombras sin piedad,
pero en su pecho arde la plegaria
de un sueño que no quiere sucumbir jamás.
Busca el alba, la verdad dormida,
la esperanza que habita en su interior,
y aunque el miedo le cierre la salida,
avanza con un brillo redentor.
Porque toda luz que nace en el abismo
conoce el arte de sobrevivir,
y en cada sombra traza su heroísmo,
con la fuerza de volver a relucir.
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Una luz que busca encenderse2
En la penumbra callada de mi pecho
habita un fulgor dormido,
una chispa tímida,
un latido inquieto
que sueña con abrazar la aurora.
Es un destello frágil,
una súplica de fuego
que se enreda en las sombras,
buscando en el viento
su instante de ser.
Se yergue, vacilante,
entre murmullos de recuerdos,
anhelando la caricia
de un suspiro nuevo,
de un alba sin miedo.
Y aunque la noche le pese,
aunque el frío le aprisione,
late en su pecho
la certeza invencible
de que todo invierno
tiene su fin.
Así arde mi alma,
una luz que busca encenderse,
que no se rinde,
que no se apaga,
que espera su momento
para brillar.