Páramos
En el páramo seco de la perseverancia
el viento arrastra semillas que nunca duermen.
Cada paso, un eco hueco;
cada eco, un latido.
Aquí, los pies saben más que la cabeza.
En el páramo gris de la persistencia
la niebla no se disipa.
Los ojos apenas ven,
pero las manos insisten en construir:
una roca sobre otra,
un castillo sin planos.
En el páramo rojo de la obstinación
no crecen flores ni musgos,
solo la sombra larga del cansancio.
Pero ¿quién se atreve a detenerse?
En este rincón del mundo,
las raíces son cadenas,
y las cadenas, banderas.
Al final, todos los páramos
se confunden en la distancia.
¿Fue heroísmo? ¿Terquedad?
Solo los caminantes lo saben.
