Bajo el farol de la esquina olvidada,
tu voz resuena como abrazo de zamba,
Leo Dan, cantor de amores y penas,
tus versos nos llevan por mil lunas llenas.
“Cómo te extraño” murmura el bandoneón,
y el eco lo sigue con fiel devoción.
Entre lágrimas suaves y copas de vino,
nos muestras el alma en cada camino.
Tus tangos y baladas, canciones del pueblo,
hablan de amores que duelen y anhelos.
El tiempo no apaga tu fuego encendido,
Leo Dan, maestro, eterno querido.
Cantan las calles y bailan las sombras,
la vida es un tango que nunca se asombra.
A tu nombre brindamos con vino y canción,
por Leo Dan, dueño del corazón.