Tus tupidas pestañas,
velos oscuros de la noche,
se abaten sobre tus ojos
como alas de un cuervo en vuelo.
En la penumbra de tu mirada
se esconden secretos profundos,
sombras que susurran misterios
de un alma oculta y distante.
Tus pestañas, en su danza lenta,
dibujan sueños en el aire,
tejiendo con hilos de sombra
un tapiz de silencios y enigmas.
Cada parpadeo es un suspiro,
un eco de mundos perdidos,
un rastro de estrellas fugaces
que se disuelven en la oscuridad.
Tus tupidas pestañas,
umbrales de lo desconocido,
son como puertas entreabiertas
a un infinito de sombras y luces.