Surcos hondos en la piel del alma, sigilosas sombras del ayer, que en el viento susurran historia… con la voz pausada del saber. Son las huellas que el tiempo escu…
Cierta poesía debe ser humilde, tan clara como el agua en la quebr… que brote de la vida, desbordada, y toque corazones sin un tilde. No busca catedrales ni marfiles,
A través de sendas, firme seguiré, Ante sol o tempestad, no me detend… Aunque quebrantado quede mi ser, Renacerá íntegro, con más poder. Contra embates y barreras imponent…
Soy la llama insaciable que no tem… tormenta desbordada que estremece… En mi pecho la furia del océano ar… y en mis muslos la tierra se despi… No me cubras de sombras, que mi pi…
Como hojas caen del árbol, lento, Así se va mi corazón, menguante, En el viento de tus crueles palabr… Que susurran adioses lacerantes. Tu voz, cual brisa gélida, me hiel…
En la noche oscura, un lucero brilla, como un faro en la mar, que a la patria guía. Su luz, un fulgor,
Deseo inhalar tu aroma, tan pura y… Y rendirme a tu mirada sobre mí po… Poseer tu belleza, tan divina, Con un toque suave, que al alma ag… Tu presencia inunda mi ser de aleg…
Oh, Cuba, llora la partida de una… Aida Modesta, cuyo espíritu ilumi… Educadora entregada, guía de almas… Cultivó semillas de esperanza en c… Sus versos, cual diamantes, respla…
Tu eres fuego, ardiente y poderoso Yo soy estepa, vasta y tranquila Dos elementos opuestos, pero unido… Por un destino que nos lleva a la… Eres fuego, que todo lo consume
Permítete pasar por el proceso de… a tu propio ritmo, sin prisas ni a… Deja que tus lágrimas fluyan como… que arrastre el dolor, dejando esp… No hay una fórmula, ni un tiempo e…
Te miro desde la sombra, inalcanzable lucero, y aunque alcanzarte no espero, tu luz mis noches escombra. Tu belleza me asombra,
En praderas floridas, donde el aro… Soy un cazador sigiloso, mi objeti… Mariposas de alas rosas, efímeras… Mi corazón palpita al ver sus form… Con una red de seda, suave y delic…
En un pesebre frío, la luz del mundo está, Jesús se llama el niño, y todo salvará. La Virgen lo contempla,
En las manos que sostienen, en los ojos que comprenden, en la voz que rompe el miedo y en el eco que no muere. Queda en gestos cotidianos,
Fue una tarde de primavera cuando nuestras miradas se cruzaron en el parque. Yo había ido a leer un libro bajo la sombra de un árbol, y tú parecías estar perdido, buscando algo. Nuestro...