Tus olas desafían mi calma en el destierro,
y mi azul te contempla, sereno y encendido.
En tu furia me hallo, tan libre como el viento,
y en mi quietud te pierdes, amante del olvido.
Eres rumor de sal que murmura en el día,
soy el velo que abraza tu horizonte callado.
Tu espuma se disuelve buscando la armonía,
mi nube se deshace buscando tu cuidado.
Jamás habrá frontera que quiebre nuestro abrazo,
tú eterno y sin orillas, yo libre en la distancia.
El sol será testigo del fuego en cada paso,
la luna, nuestra guía en nocturna constancia.
Seremos mar y cielo, unidos por la aurora,
un sueño sin final del tiempo desespero.
Tú llevarás mi sombra, yo seguiré tu hora:
tú siempre serás mar, yo siempre seré cielo.