La luz de neón parpadea,
en la noche, ecos de risas,
mientras las sombras caminan
por calles de mil historias.
Un susurro en el viento,
una mirada perdida,
el aroma del café
se mezcla con la vida.
Jóvenes almas rebeldes,
en busca de algún destino,
bailan entre el asfalto
y el latido divino.
Las estrellas son espejos
que reflejan nuestros miedos,
y en cada esquina olvidada,
hay un eco de anhelos.
Una ciudad que respira,
en un vaivén constante,
donde el tiempo se desdibuja
y el amor es un instante.
Caminemos, entonces,
sin rumbo, sin prisa,
que la noche nos envuelva
en su eterna sonrisa.