La prisa es un abismo que consume,
un eco que distorsiona el intento,
y mientras se acelera el pensamiento,
el alma va perdiendo su perfume.
El deseo, que engaña y se presume,
se viste con disfraces del momento,
mas lleva, en su interior, un fundamento:
el ansia que nos ata y nos resume.
Aspirar a fortuna, un vano sueño,
pues lo que el hombre quiere se desliza,
y nunca halla la dicha verdadera.
La senda de la vida no es un dueño,
es tiempo que se escurre con la brisa,
la calma que nos falta en la carrera.