Se insinúa la luz en la arboleda,
susurra el viento un cálido latido,
y un eco azul, apenas percibido,
palpita en cada rama que se enreda.
La abeja duda, gira y se concede
al dulce néctar de la higuera nueva,
mientras tres sombras ríen en la cueva
del limpio aire que en su vuelo cede.
Se visten de esmeralda los retoños,
las golondrinas rasgan la mañana,
un verso audaz despierta de sus sueños.
Con la fiebre azul que nos hermana,
renace marzo, fiel a sus empeños,
y un poeta entreabre su ventana.