Tú, que con presunción de peregrina,
por calles y por plazas eres vista,
y de cuantos te miran eres lista
para hacer presa, cual rapante espina;
tú, que con apariencia tan divina
del mundo la atención tienes conquista,
y en tu lasciva red, cual ave, alista
a quien tu infame condición domina;
tú, que en tu torpe y vana gentileza
ostentas las señales de Cupido,
y en tu insolente y bárbara belleza
el cetro de la infamia has erigido,
¿cómo tu vicio y tu deshonra expresa
si eres la reina del obsceno olvido?