Al alba, un soplo leve y perfumado,
besó mi piel con dulce melodía;
no fue del río el eco que venía,
sino un aroma etéreo y soñado.
Flor sin raíz, en viento sostenido,
danza en el aire, libre y armoniosa;
su aliento es brisa tímida y hermosa,
su voz, susurro puro y escondido.
Jamás crucé más tierras que mi suelo,
donde el azar se mezcla con la calma,
y en su fulgor hallé celeste anhelo.
Oh, flor sutil, que habitas en el alma,
tu aroma es canto, inasible anhelo,
beso sin voz que hasta lo hondo embalsama.