Soneto 4
Oh, fuente que en silencio murmuras,
reflejo de la luna en tu esencia,
en tus aguas guardas la presencia
de los sueños y dulces locuras.
Tu canto, suave como las ternuras,
acaricia el alma con su esencia.
En cada gota, vida y experiencia,
un mundo de paz que siempre perduras.
Bailan las sombras a tu alrededor,
en tu lecho sereno, el tiempo reposa,
y el susurro del viento, amoroso,
te envuelve en un abrazo de calor.
Oh, fuente, en ti hallé la calma,
un refugio eterno para el alma.
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