Hay sombras que el tiempo no puede borrar,
heridas que laten en mares callados,
ecos de fuego que saben gritar
desde papeles en polvo atrapados.
Gyeongha descubre la historia dormida,
las voces que Jeju dejó en el viento,
rostros perdidos en guerra y ceniza,
huellas marcadas de un viejo lamento.
Han Kang susurra verdades que duelen,
teje con manos de brisa y de acero,
una memoria que el alma sostiene,
un llanto oculto en papel prisionero.
No hay despedida que cierre el abismo,
ni olvido que logre sellar el ayer,
pues sigue vibrando, eterno y herido,
el grito imposible de aquel padecer.