Se quedaron en el aire tus suspiros,
como notas de un canto ya olvidado,
y en la brisa, enredados los delirios
de un amor que el tiempo no ha borrado.
Tus palabras, aún duermen en la orilla,
sus ecos me despiertan en la bruma,
y entre versos de lunas amarillas
se deshacen mis sueños en espuma.
La nostalgia dibuja tu silueta
en las sombras que guarda el atardecer,
y la lluvia, con tímida pirueta,
me susurra que un día has de volver.
Pero el viento, celoso de tu risa,
arrasó con las flores del sendero,
y en el eco de un alma que agoniza
solo quedan promesas y un “te quiero”.