¡Crac! susurra la rama quebrada,
bajo un paso furtivo, ¡chas, chas! en la hojarasca.
El viento canta, ¡shhh, shhh!, entre los pinos,
y un riachuelo murmura, ¡glu-glu! en su camino.
¡Pío-pío! reclama un ave en su nido,
mientras el grillo entona, ¡cri-cri! su silbido.
Lejos, el búho sentencia, ¡uh-uh!, con cuidado,
y el eco responde, ¡ah-ah!, renovado.
¡Tic-tic-tic! de la lluvia primera,
golpea las hojas en su danza ligera.
El trueno despierta, ¡bum-bum! en su furia,
y el cielo responde, ¡zas! con su lluvia.
Y vibra el bosque, en un coro infinito,
¡clic, clap, crash! todo tiene su ritmo.
Un poema en sonidos que nunca se apaga,
un mundo en onomatopeya que siempre te llama.