En el aire vibra un eco sereno,
batuta en mano, luz en el gesto,
y el niño escucha, calla y aprende
que el ritmo es pulso y el arte es tiempo.
Cada nota un puente tendido,
cada acorde un pacto sagrado,
donde el alma ensaya su vuelo
y el mundo entero es afinado.
La paciencia danza en el aire,
la constancia hila su trama,
y la música, sabia y eterna,
moldea la esencia que nos llama.
Oh, Alondra que al viento dirige,
tu orquesta es siembra en la infancia,
donde un niño al compás del sonido
descubre en la vida su danza.