Por cada mujer que muere,
su luz jamás se detiene.
Altiva en su despedida,
renace plena y erguida.
Cuando la noche la llama,
brilla en el cielo su flama.
La soledad la recrea,
donde el silencio la idea.
Es plenilunio su canto,
la imaginación su manto.
Y en cada sombra que habita,
su esencia nunca se agita.