Allá en los cielos, bandadas cantaban,
mil alas puras cruzaban los senderos,
tejiendo el aire con cantos sinceros,
y en cada rama sus nidos quedaban.
Los campos vivos de voces vibraban,
sus trinos eran rumores certeros,
y el horizonte, de vuelos ligeros,
al sol temprano su gracia entregaban.
Hoy todo es sombra, silencio y vacío,
las ramas lloran su pena callada,
el viento gime su lamento frío.
Quedó del canto la huella apagada,
y en el azul, sin su fulgor bravío,
reina la ausencia de aquella bandada.