Rosalia de Castro
Rosalía de Castro, faro en la bruma de un tiempo que aún no entendía la hondura de su voz, fue más que una poeta: fue un alma que rescató la esencia dormida de un pueblo. Con su pluma, el gallego dejó de ser un susurro relegado al hogar y al campo para alzarse en canto, en grito, en memoria. En sus versos palpita el eco de una tierra que duele y ama, de una lengua que resiste y florece.
No solo bordó la melancolía con hilos de tinta, sino que, con su mirada de mujer indómita, desnudó la injusticia, la opresión y la soledad que pesaban sobre su género. Su poesía, vibrante y dolorosa, se adelantó a su tiempo, dejando en cada palabra la semilla de un pensamiento que años más tarde llamaron feminismo.
Rosalía no fue solo la voz de Galicia, sino el latido de quienes nunca antes tuvieron palabras. En su obra resuena la verdad de los olvidados, la nostalgia de los que partieron, la sombra de un amor que arde y se apaga. Y aún hoy, cuando el viento silba entre los caminos de su tierra, parece repetir sus versos, esos que siguen vivos, porque nacieron del alma.
