Entre flores y rosales,
junto al río cantarino,
baila Marta la pastora
con su sayo blanquecino.
Corre el aire entre las ramas,
juega el sol entre los trigos,
y en el valle un ruiseñor
canta amores escondidos.
—¿Dónde vas, bella doncella,
con tu paso tan ligero?—
—Voy en busca de mi amante,
que me espera junto al cerro.—
Brilla el alba en sus mejillas,
riega el campo un dulce aroma,
y en la senda, los corderos
siguen a su dueña hermosa.