Llamé a la noche callada,
tejida en sombras y estrellas,
donde el amor se desliza
y canta en almas inquietas.
Surqué los vientos del tiempo,
donde la esencia palpita,
en cada latido incierto,
en cada duda infinita.
Se abrieron sendas doradas,
de luz, de risas, de anhelos,
donde el misterio es suspiro
y la verdad va sin velo.
En los rincones del alma,
florecen sueños secretos,
allí donde amor renace
como el alba en los desiertos.
Volé por campos de seda,
verdes prados de esperanzas,
y en cada paso, en la niebla,
hallé el pulso de mi calma.