Renuncia Invernal
He renunciado al invierno y su frío blanco,
a los lienzos de nieve que el viento ha bordado,
a los copos que caen como sueños cansados,
y a la bruma que envuelve cada rama en su manto.
He renunciado a la calma que en él habitaba,
a las noches heladas, al silencio infinito,
al susurro del viento sobre el campo marchito,
y a la luna que, pálida, entre sombras brillaba.
He dejado los paisajes sin huella ni paso,
los caminos de escarcha que nunca llegaron,
y las manos de hielo que al amor congelaron,
como un beso en los labios perdido en un ocaso.
He renunciado a ese invierno que pesa en el alma,
a su estéril pureza y su ausencia de vida,
que nos roba el latido con su voz distraída,
dejando solo un eco donde ardía la calma.
