La lluvia trae al presente,
los recuerdos del ayer,
como un susurro al caer,
en la mente está latente.
Cada gota es un torrente,
de memorias escondidas,
que reviven las heridas,
y también los bellos días,
de pasadas alegrías,
y de historias compartidas.
Y de historias compartidas,
bajo el cielo gris y azul,
donde el tiempo es un baúl,
de esperanzas renacidas.
La nostalgia enardecida,
en el eco del aguacero,
trae el amor verdadero,
que en la infancia floreció,
y en el alma se quedó,
como un sueño duradero.
Como un sueño duradero,
la lluvia nos acaricia,
y revive la caricia,
de aquel abrazo sincero.
En el agua, el mundo entero,
se refleja en un suspiro,
donde el viento es un giro,
que nos lleva al ayer,
y en su canto, el renacer,
de un pasado que admiro.
De un pasado que admiro,
se despiertan los momentos,
que en el alma son cimientos,
de un amor que nunca expiro.
Cada gota es un respiro,
que el corazón agradece,
y en su danza, el alma crece,
recordando aquel lugar,
donde el tiempo va a parar,
y el recuerdo se enaltece.
Y el recuerdo se enaltece,
como un faro en la tormenta,
es la lluvia que alimenta,
la memoria que florece.
El pasado se estremece,
y susurra en el presente,
una historia recurrente,
de alegrías y de penas,
que la lluvia en sus arenas,
va pintando lentamente.
La lluvia inspira la mente,
con su ritmo y melodía,
es un canto que en el día,
despierta al alma latente.
Cada gota es un torrente,
de ideas que van brotando,
como versos susurrando,
en el papel silencioso,
y en su fluir armonioso,
nace el arte, va creando.