En noches donde el eco se estremece,
mi voz es un latido en el vacío.
De estrellas trazo versos que florecen,
y al viento lanzo un canto estremecido.
Soy rapsoda del tiempo y de la vida,
del llanto que en el alma se desliza.
Mis manos danzan libres por heridas,
y en cada herida nace una caricia.
Recorro con mi canto los olvidos,
los sueños que se pierden en la bruma.
De sombras y de luz hago caminos,
un puente entre la tierra y la penumbra.
Mi palabra es un río que no cesa,
sus aguas van dejando su promesa.