Qué solos están los poetas, oh lúgubres almas,
su canto se desgrana cual brisa en las colinas.
En su pecho palpitan abismos, fuego y palmas,
mas el mundo no escucha sus hondas disciplinas.
Caminan por senderos que el tiempo desordena,
sus pasos son silencios que nadie quiere oír.
La luna los contempla con su mirada ajena,
y en cada madrugada les niega su latir.
Sus versos son relámpagos que rompen el vacío,
fragmentos de la vida que el viento desmenuza.
El eco de su canto retumba en el rocío,
mas su dolor se oculta tras la verdad que cruza.
¡Qué solos están los poetas! En su desconsuelo
son torres que se alzan al filo del destino.
Guardan en sus palabras el peso de otro cielo,
y su lamento arde en un fulgor divino.