La gloria es como el rayo que brilla un solo instante,
Que ilumina la noche con súbito esplendor;
Es como la centella que cruza por el cielo,
Que deslumbra los ojos y se apaga en redor.
La gloria es una antorcha que luce un solo día,
Que después se consume sin dejar más que humo;
Es un volcán que brota, que arroja vivas llamas,
Y al fin queda tan sólo petrificado y mudo.
Mas la poesía es fuego que vive eternamente,
Que alumbra y vivifica con inmortal calor;
Es árbol siempre verde que crece y que florece,
Y que jamás se agosta, que nunca da temor.
La gloria es un relâmpago que pasa en un instante,
Dejando solamente confusión y pavor;
Mas la inmortal poesía es sol que siempre brilla,
Es luz que no se extingue, es astro de fulgor.
Por eso yo prefiero la musa de la lira
A los vanos honores que el mundo puede dar;
Pues ella es don del cielo, es llama que no muere,
¡Es gloria que no pasa, que siempre durará!