Decálogo de los poetas
1. La palabra como arma y hogar
El poeta vive en la palabra,
cincela en el verbo su morada,
y en su pecho, un volcán callado
que estalla al roce de una mirada.
2. El silencio como cuna
No teme al vacío ni a la sombra,
pues del silencio brota su forma;
un eco distante es su maestro,
su pausa eterna, su fiel emblema.
3. El tiempo como brújula
Teje versos con hilos del tiempo,
del ayer saca raíces profundas,
y en el mañana planta preguntas
que florecen cuando sopla el viento.
4. El amor como estandarte
De amor su tinta está teñida,
aunque del desamor también se alimenta.
Canta a la luna, su fiel confidente,
y en el ocaso, llora estrellas.
5. El dolor como alfarero
El poeta modela en el quebranto
un cáliz donde bebe la esperanza.
Con sus lágrimas riega los campos
y da al mundo cosechas de alabanzas.
6. La rebeldía como espíritu
No hay cadena que aprisione su verbo,
ni dogma que doblegue su pluma.
El poeta arde en la hoguera del cambio,
y con sus versos derrumba muros.
7. La naturaleza como espejo
Ve en la hoja caída un universo,
en el río, la canción del eterno.
Cada amanecer es un verso nuevo,
cada ocaso, un suspiro que agradece.
8. La verdad como norte
Aunque duela, la verdad desnuda
es la musa que guía su empeño.
La poesía es un faro en la bruma,
una llama que ilumina lo eterno.
9. El misterio como aliado
Entre las sombras deja preguntas,
porque el poeta no explica, insinúa.
Sus versos son claves de enigmas ocultos,
abren puertas que nunca se cierran.
10. La eternidad como legado
Aunque su carne sea polvo y ceniza,
su canto nunca encuentra descanso.
El poeta siembra en la piel del tiempo
y en sus versos perdura su abrazo.
Así, los poetas trazan caminos,
y con su fuego moldean destinos.
Son faros, testigos, guardianes del alma;
en su decálogo vive la calma.
