La verdad de Perogrullo se asoma,
tan clara y sencilla como el agua en su río,
un murmullo que a todos nos toma,
tan cierto y humilde como un viejo rocío.
Que el sol en su trono jamás se detiene,
y la luna, serena, dibuja su faz,
que el viento que juega jamás se contiene,
y el tiempo transcurre sin dar marcha atrás.
Lo obvio reluce con tenue destello,
como un sabio secreto que siempre perdura,
y aunque parezca un hallazgo pequeño,
en su simple verdad nos cura y nos dura.
¿Quién diría que la esencia es tan llana,
tan pura y honesta que nunca traiciona?
La verdad de Perogrullo es ventana,
al alma que busca lo que la emociona.