En la llanura dorada,
donde el trigo se mece,
el sol con fervor aparece
en la mañana encantada.
La brisa, suave y alada,
susurra cuentos de amor,
y el labriego, con fervor,
cultiva sueños de arcilla,
donde la vida se arrodilla
ante el campo encantador.
**II**
Las amapolas en fila,
rojas como el corazón,
bailan con el mismo son
que el viento suave perfila.
Es la música tranquila
del campo en su vastedad,
que en su eterna majestuosidad
pinta un cuadro de armonía,
donde el día y su alegría
bailan con la libertad.
**III**
El arroyo cristalino
entre piedras va cantando,
y su murmullo encantando
a la sombra del camino.
El pastor con su destino,
guía al rebaño en paz,
y el sol en su fiel compás
dora el paisaje sereno,
donde el campo es un terreno
de calma y de solaz.
**IV**
Las cepas de la vid crecen,
bajo el cielo azul y claro,
y el labrador con descaro
canta mientras las enhecen.
En la viña se enaltecen
los frutos de su labor,
y el vino con su fulgor
será un néctar de alegría,
brindando en la compañía
del sol y su resplandor.
**V**
Al caer la tarde, el cielo
pinta un lienzo de colores,
y los campos, sin temores,
descansan bajo su velo.
El crepúsculo en su anhelo
trae la calma al labrador,
que sueña con el fervor
de la próxima jornada,
donde la tierra dorada
cantará otro paso doble de amor.