Palabra que nace
La palabra no basta,
es un cuerpo en germinación,
un puñado de raíces
que nunca tocan fondo.
El poeta la toma,
la siembra en la tierra del silencio,
espera.
No hay prisa en los gestos,
solo el temblor de lo que florece
entre sombra y luz.
Ser preciso no es delimitar,
es abrir ventanas al aire,
dejar que la palabra sea
agua, piedra, incendio.
Cada verso es un hilo invisible
que cose lo que se quiebra,
lo que se pierde,
lo que se oculta bajo el ruido
de los días sin nombre.
Y en ese espacio tenue,
donde el lenguaje se borra
para volverse esencia,
el poeta entrega su sombra
a lo innombrable.
