Derraman luz dorada las horas en espera,
suspiros de brisa recorren la pradera,
y en cada gota de miel que el alba libera,
su ausencia resuena, eterna primavera.
En sombras se tiñe el compás del día,
sin su mirada, el tiempo se extravía,
las estrellas duermen, el cielo es frío,
y en cada latido, su nombre es mío.
Mas, cuando su imagen regresa al viento,
se aquieta la pena, disipa el lamento,
mas temo el instante en que, sin aliento,
su rastro se pierda... y quede el recuerdo.