Padre nuestro,
que habitas en cada suspiro de la tormenta
y en la calma que sigue a la tragedia,
escucha el clamor de nuestro dolor.
Santificado sea Tu nombre
en el consuelo que buscamos en medio de la pérdida,
en cada lágrima y en cada recuerdo
de aquellos que ya no están.
Venga a nosotros Tu reino,
un reino de paz y esperanza,
donde el sufrimiento se disuelva
y la tristeza encuentre refugio en Tu amor.
Hágase Tu voluntad,
aunque a veces no entendamos sus caminos,
aunque la partida de nuestros seres queridos
nos deje vacíos y quebrantados.
Danos hoy el pan de Tu consuelo,
el aliento para seguir adelante
y la fortaleza para apoyar a quienes sufren,
compartiendo el peso de su dolor.
Perdona nuestras dudas y nuestro enojo,
como nosotros también perdonamos,
buscando en Ti el sentido y la paz
que sobrepasa todo entendimiento.
No nos dejes caer en el desaliento
y líbranos de la desesperanza,
para que, en medio de esta pérdida,
encontremos la luz de Tu presencia.
Amén