Padre nuestro que estás en la tierra,
en el canto del río y el viento,
en la piel curtida del campo
y en el susurro del aliento.
Santificado sea el trabajo
que en tus manos se vuelve canción,
el sudor que riega la tierra
y el amor que enciende el corazón.
Danos hoy el maíz y el trigo,
el fruto de tu noble labor,
y perdona nuestras ofensas
como perdonamos con amor.
No nos dejes caer en la codicia,
ni en las sombras de la ambición,
mas líbranos de toda injusticia,
y guíanos con tu bendición.
Amén.