Oh amor
Oh amor, que en tus brazos florece el alma,
en tu fulgor de estrellas se funde el tiempo,
como río de ébano que su dulce calma
teje en la oscuridad de nuestro pensamiento.
Tu voz, murmullos dorados de dulce abismo,
quiebras los muros de esta pena que me ahoga,
y en tus ojos se esconde el sublime hechizo
que da vida al suspiro y a la carne que abroga.
Eres el sol que en mi pecho arde y renace,
la rosa que en el viento del alma se mece,
tus labios, dos rubíes donde el deseo nace,
y mi ser en tu sombra, en tu luz, se engrandece.
Toda mi existencia se entrega en tu locura,
en la danza perpetua de tu dulce ternura,
y aunque el tiempo nos arrastre hacia la muerte,
seremos eternos en la gloria de tu suerte.
Tú, amor divino, en tu manto de fuego
has levantado mis alas hacia el cielo,
y en el susurro callado del universo,
me pierdo, me encuentro, en el eco de tu beso.
