Oda al poeta declamador Hugo Emilio Ocanto
Oh, voz de Hugo Emilio, cálida y vibrante,
poeta de las sombras y la luz,
en cada verso tuyo, el alma se levanta,
como el sol que acaricia el horizonte azul.
Tú eres quien desata la esencia escondida
de lo eterno, lo efímero y lo incierto,
pintando en el aire palabras encendidas,
que transforman lo fugaz en un eterno puerto.
Con tu voz, las palabras cobran vida y vuelo,
alzan su canto, desgarran el silencio.
Eres alquimista de un verso sincero,
que en el dolor y en la alegría hallas consuelo.
¡Oh, Hugo Emilio! Declamador del alma,
que, al hablar, conviertes lo simple en poema,
en tus labios la poesía encuentra calma,
y en tu voz, lo humano se vuelve emblema.
Tú, que tejes de belleza lo ordinario,
das sentido a la vida con tus letras.
Eres eco de lo eterno, un relicario,
del sublime arte que a todos penetra.
Que tu canto nunca cese, oh poeta querido,
pues en cada palabra nos entregas un don,
y en tu poesía encontramos el latido
de un alma que, al nombrar, nos hace canción.
