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ElidethAbreu

Ocurrencias de poetas famosos

 
 
Una vez Neruda perdió las llaves,
y en lugar de buscarlas como cualquiera,
le escribió un poema al cerrojo:
“¡Oh, puerta cerrada, tu silencio es misterio!”
 
Por su parte, Borges pedía café,
pero al llegar la cuenta se quedó pensativo.
“¿Acaso pagar no es aceptar
que el tiempo nos cobra con monedas invisibles?”
 
García Lorca en la cocina hizo una paella,
pero terminó declamando al sartén:
“¡Oh, cazuela negra, luna derretida!
Tú eres Andalucía en forma comestible”.
 
Emily Dickinson, desde su ventana,
vio al cartero llegar y dejó de respirar:
“El sobre es un ataúd, y las facturas son epitafios”,
pensó, y nunca abrió la carta del banco.
 
Benedetti escribía versos en la servilleta,
y al mesero que la recogía le dijo muy serio:
“Si te llevas mis letras, al menos deja la propina...
¡son versos que nacieron con hambre!”
 
Baudelaire salió un día al parque a pasear,
y al ver a los niños jugar a las escondidas,
musitó sombrío: “Ellos huyen de la vida,
aún sin saber que nunca la encontrarán”.
 
Hasta Whitman, tan lleno de amor y presencia,
se puso un día existencial:
“¿Si yo celebro a mí mismo...
debería invitarme a cenar?”

Este poema humorístico juega con los estilos y obsesiones de varios poetas famosos, llevándolos a situaciones cotidianas donde su enfoque poético se convierte en una ocurrencia divertida.

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