En lienzo oscuro yace tu figura,
misterio andaluz de azahares y luna,
tu piel, bronceada de la tarde una,
guarda el secreto de un alma madura.
Tus ojos son abismos de ternura,
dos pozos hondos donde el alba acuna,
y entre las sombras que la noche aduna,
se alza tu rostro, faro de dulzura.
Pintó Romero en ti la poesía,
de un pueblo herido por la luz del fuego,
la copla amarga y la melancolía.
Eterna serás, bajo el mortal ruego,
como la musa que en la luz ardía,
bella y doliente en su sagrado juego.