Los milagros tardan más,
dice el alma en su lamento,
pues en cada nuevo intento
se tropieza un poco atrás.
Mas la fe firme y tenaz
con su luz sigue insistiendo,
y aunque el tiempo va cediendo,
no se agota la esperanza,
pues quien lucha y quien avanza
ve sus sueños floreciendo.
Cuando el viento va en su juego
deshojando los anhelos,
soplan dudas, crecen hielos,
mas la vida da sosiego.
A quien siembra su despego
con paciencia y con honor,
la constancia es su valor
y el destino su camino,
porque el paso del divino
no obedece al simple ardor.
Aunque tarde, todo llega
en su justa condición,
como río en su estación
que a la piedra firme riega.
La impaciencia nunca niega
la semilla por brotar,
pues la tierra ha de esperar
el calor que la fecunde,
y en la fe que nos inunde
todo sabe madurar.