En arenas vastas, ríos se deslizan,
Su sed saciada por el árido manto;
Agua fluvial, en la sequía encalla,
Y el eco evoca sus fluir antaño.
Susurros quedan, memorias rezagadas,
De un agua límpida, que ya es leyenda;
Sollozos del pasado, en las brisas saladas,
Lamentan su destino, tragedia horrenda.
El sol implacable, su sed insaciable,
Absorbe gota a gota, su ser languidece;
El lecho seco, testigo lamentable,
De un río otrora, que hoy ya no se merece.
Sus aguas, polvo, dispersas por el viento,
Un recuerdo difuso, un triste quebranto;
Ríos que bebieron su sed en el desierto,
Dejando un vacío, un nostálgico canto.