Madre de las sombras
Entre las sábanas calladas, madre,
te pierdes mientras yo velo tus sueños.
Escucha en este hueco de silencio
mi llanto que no rompe los espejos.
La vida sigue afuera, indiferente,
con su alboroto de jardines vivos,
mientras aquí, en la penumbra fría,
mi voz no halla palabras ni caminos.
No traje mucho para darte, madre,
tan solo el peso de esta herida vieja.
¿Por qué tu pecho fue rencor de estrellas?
¿Por qué tu amor dolía como brea?
Recuerdo el eco azul de los relámpagos,
la noche estirándose sin tregua,
y tú, tardando siempre, madre loba,
al fin llegabas con tus manos tiernas.
Hoy te me escapas como un viento extraño,
te alejas y no hay bosque que te guarde.
Aquí está tu pequeña, aún gimiendo,
clamando por la sombra de su madre.
