Los poetas van cantando,
por senderos de ilusión,
tejiendo versos dorados
con hilos del corazón.
Llenan noches silenciosas
de suspiros y de flor,
y en la luna temblorosa
sienten ecos de su amor.
Escriben sobre la brisa,
sobre el mar y su vaivén,
sobre un alma que agoniza
y otra que sueña también.
Van dejando en cada esquina
rimas llenas de emoción,
y en su pluma, tan divina,
cabe el mundo en su canción.
Los poetas nunca mueren,
viven siempre en el papel,
en la lágrima que hierve
y en la risa más fiel.
Así cruzan por la vida,
sin temor a su final,
pues su esencia, desprendida,
es eterna y celestial.