La presencia de la ausencia 2
Te nombro en cada desvelo,
en la noche más callada,
donde tu sombra olvidada
se disuelve como un velo.
Te busco, pero no anhelo
el latido que no vuelve,
pues la ausencia nunca duerme
y se instala en mi costado,
como un susurro callado
que en mi alma siempre hierve.
Sigues siendo en mi horizonte
un murmullo sin sonido,
un refugio ya perdido
tras la niebla de un monte.
Eres luz, pero no alumbra,
huella rota en mis senderos,
una ráfaga de inviernos
que me abraza sin piedad,
una sombra en la verdad
de mis pasos prisioneros.
Cada espacio en que respiro
lleva el peso de tu historia,
una frágil transitoria
soledad que nunca expiro.
De mi pecho, fiel retiro,
no se borra tu figura,
pues tu ausencia es la espesura
donde habito sin remedio,
un eterno desconsuelo
que se queda y que perdura.
