La vida nunca avisa su jugada,
te tienta con su miel y su embeleso;
mas luego te golpea sin receso,
dejándote la risa amortajada.
Se esconde en la ilusión bien disfrazada,
te muestra un paraíso sin exceso,
mas dentro de su encanto va el proceso
de herirte con su astucia calculada.
Por eso no confíes en su ruego,
ni caigas en sus lazos tan brillantes,
pues nunca su bondad será un sosiego.
Mejor mantente alerta a sus semblantes,
y cuando te sujete con su juego,
¡derríbala con pasos deslumbrantes!