En verdes prados canta el ruiseñor,
su trino alegra el aire del verano,
las flores se mecen bajo el sol dorado,
el viento acaricia la espiga en flor.
Los ríos murmuran bajo el fresno en loor,
reflejos danzan en su curso plano,
y el campo, en su paz, aguarda temprano
el suave abrazo de un nuevo fulgor.
Las nubes de algodón cruzan el cielo,
y el aura, en su susurro, se disuelve,
dejando el campo en tierno desconsuelo.
Bajo el roble, la tarde se resuelve
en sueños de oro, que en sutil desvelo,
a la tierra dormida se devuelven.